08 julio 2011

SOBREPROTECCIÓN


El extraño caso de Cangurito

Cangurito se asomó al exterior desde la bolsa de mamá Canguro: “¡Uhmmmm! ¡Qué grande es el mundo! ¿Cuándo me dejarás salir a recorrerlo?”

“Yo te lo enseñaré sin necesidad de que salgas de mi bolsillo. No quiero que conozcas malas compañías, ni que te expongas a los peligros del bosque. Yo soy una Canguro responsable y muy buena madre” Cangurito lanzó un suspiro y permaneció en su escondrijo sin protestar.

Ocurrió que Cangurito empezó a crecer y lo hizo de manera tal que el bolsillo de mamá Canguro se rompió por todos lados –“¡Te prohibo que sigas creciendo!” Y Cangurito obediente, dejó de crecer en aquel instante.

Dentro del bolsillo de mamá Canguro, comenzó Cangurito a hacerse preguntas acerca de todo lo que veía. Era un animalito muy inteligente y mostraba una clara vocación de científico.

Pero a mamá Canguro le molestaba no encontrar a mano las respuestas necesarias para satisfacer la afanosa curiosidad de su pequeño hijo. –“¡Te prohíbo que me vuelvas a hacer más preguntas!” Y Cangurito que cumplía a la perfección el cuarto mandamiento, dejó de preguntar y con cara de cretino aceptó la orden de su madre.

Un día las cosas estuvieron a punto de volver a la normalidad. Ocurrió que Cangurito vio cruzar ante sus ojos una Cangurito de su misma edad. Era el ejemplar más hermoso de la especie. –“Mamá, quiero casarme con esa Cangurito” -¡Oh! ¿Quieres abandonarme por una Canguro cualquiera? Ese es el pago que das a mis desvelos. ¡Te prohíbo que te cases!” Y Cangurito no se casó.

Cuando mamá Canguro murió, vinieron a sacar a Cangurito del bolsillo de la difunta. Era un animal extrañísimo. Su cuerpo era pequeño como el de un recién nacido, pero su cara comenzaba a arrugarse como la de un viejo animal. Apenas tocó la tierra, su cuerpo se bañó de un sudor frío.

-“Tengo…tengo miedo a la tierra, parece que baila a mi alrededor”.  Y pidió que lo metiesen en el tronco de un árbol. Cangurito pasó el resto de sus días asomando el hocico por el hueco del tronco. De cuando en cuando se le oía repetir en voz baja: “Verdaderamente, qué grande es el mundo…”

(Isaza de Rojas)

ANIME A SU HIJO A:

Subir a ese tobogán
Subir al árbol
Que corra en la playa y sobre el agua
Que se acerque e intente atrapar a los peces
Pruebe el columpio más grande
Subir a juegos de feria adecuados a su edad


PERMÍTALE:
Buscar un producto en el supermercado
Poner las monedas en el parquímetro
Entregar dinero para pagar la cuenta
Que le ayude a cargar bolsas de las compras
Atrapar y tocar algún insecto.

¿SE CONSIDERA USTED UN PADRE SOBREPROTECTOR O PERMITE QUE PERMITE QUE SU HIJO MADURE DE ACUERDO A SU EDAD?
  1. ¿Cuándo usted sale de casa, su hijo(a) es capaz de prepararse alimentos?
  2. ¿Su hijo(a) tiene la capacidad y se atreve a cruzar calles donde existe bastante tráfico?
  3. ¿Su hijo(a) tiene facilidad para trasladarse de su casa a otro lugar dentro de la ciudad, caminando, abordando camiones, taxis, etc?
  4. ¿Su hijo(a) tiene la capacidad de cumplir compromisos sin que se le recuerden (Ejemplo: levantarse y arreglarse para ir a la escuela)?
  5. ¿Su hijo(a) se responsabiliza en el cuidado de su ropa y cosas personales?
  6. ¿Tiene capacidad su hijo(a) para defenderse ante niños(as) agresivos, o acude a usted?
  7. ¿A su hijo(a) le atrae realizar actividades de acuerdo a su edad sin temor y miedo, (Ejemplo: Pasearse en juegos mecánicos, intentar subirse a toboganes, etc.)?
  8. 8. ¿Su hijo(a) tiene la capacidad de resolver problemas ocasionados por sus errores. (Ejemplo: Cuando no cumple con su tarea escolar)?
  9. ¿Es capaz su hijo(a) de prevenir de peligros a niños de menos edad que él; (Ejemplo: Que no se caigan de la escalera)?
  10. ¿Tiende su hijo(a) por lo regular a correr riesgos aun cuando a veces sufra caídas o golpes leves?

07 julio 2011

01 julio 2011

Morderse las uñas, más allá de la estética

Los especialistas consideran que morderse las uñas es un recurso para reducir la ansiedad, la inseguridad, la depresión o la angustia
Muchas personas se muerden las uñas. Se calcula que la onicofagia, el nombre que denomina este hábito, afecta a un 45% de los niños y a un 10% de los adultos. Pautas sencillas, destinadas a eliminar el hábito de forma progresiva y sin traumas, son mucho más efectivas que las prohibiciones o el hecho de convertir la costumbre en un problema grave.

Con el tiempo, esta costumbre se convierte en un acto reflejo inconsciente y automático, por lo que cada vez resulta más difícil dejarlo, sobre todo, ante situaciones de estrés, nerviosismo, angustia o insatisfacción personal. Afecta por igual a ambos géneros y, aunque no es grave, se considera un problema médico sin resolver. Se desarrolla entre los 4 y los 6 años de edad. Su tasa aumenta conforme se acerca la adolescencia, con un pico entre los 10 y 11 años. A partir de esta edad la frecuencia disminuye, sobre todo, entre las chicas.
La onicofagia puede provocar alteraciones en los dientes. El repiqueteo constante de un incisivo contra el otro (inferior y superior) hace que se desgasten y que las piezas dentales queden como recortadas. Los investigadores del trabajo reciente añaden otras modificaciones como: mala oclusión de los dientes anteriores, infecciones parasitarias intestinales, bacterias, virus, hongos o cándidas en la uña que, en muchos casos, se trasladan a la mucosa oral, o destrucción alveolar
Evitar el sentimiento de culpa
Tratar la onicofagia no es fácil. Muchos progenitores intentan solucionar el problema con castigos, someten a los niños a presión y les reprenden cada vez que se las muerden. No obstante, estos intentos a menudo no son eficaces. Debido a que es un problema con origen en el sistema nervioso, darle demasiada importancia puede provocar el efecto contrario y crear un círculo vicioso de difícil salida. Los expertos recomiendan diversas acciones que ayudan a abandonarlo de forma progresiva y pausada.
Una de las primeras recomendaciones. Resulta útil el uso de sustitutos en momentos clave, incitadores a la onicofagia, como comer un chicle sin azúcar o masticar una zanahoria. Mantener las manos ocupadas con otros objetos en momentos de tensión es efectivo. Si el niño aprende técnicas de relajación podrá controlar esa tensión, un aspecto básico para el cese de la costumbre.