05 febrero 2010

El hábito de la lectura, en manos de los padres

Hoy más que nunca, la lectura corre el riesgo de ser vista por los niños como una imposición más de padres y profesores.

El niño puede crecer sin el hábito de dedicar parte de su tiempo a sumergirse en las letras y a enfrentarse con fascinantes aventuras en los mares del sur. Es precisamente en la primera década de la vida cuando las personas pueden adquirir este hábito; en esos diez años se tiene la oportunidad de asimilar para siempre el placer de leer como una necesidad consentida y deseada. Los pedagogos afirman que se aprende a disfrutar de la lectura y, por lo tanto, hay que ser conscientes de que se trata de algo que se puede enseñar. Para ello, es básico el núcleo familiar. Enseñar a leer es la asignatura que los padres deben transmitir a sus hijos, teniendo en cuenta siempre su carácter, motivación, apetencias e intereses. En definitiva, el reto es estimular la curiosidad por los libros.

¿Qué puedo hacer para que mis hijos lean?

No obligar a leer. Como toda actividad, la lectura requiere constancia para convertirse en hábito. Nunca se debe obligar a leer, pero sí se puede (y debe) convertir en un hecho cotidiano. La clave radica en que acabe formando parte del tiempo de ocio, igual que ver la televisión o jugar. En edades muy tempranas serán el padre y la madre los que directamente ejerzan esta función. Con el tiempo, el espacio dedicado a la lectura se irá ampliando, y serán los propios niños quienes decidan cuánto, cuándo y dónde van a leer.

Accesibilidad de los libros. Aunque no se trata de juguetes, los libros deben ser accesibles, tanto los propios como los ajenos. Es necesario quitarles ese estatus de objeto importante que sólo adorna las librerías. Es más, se han de potenciar las bibliotecas propias desde que nacen, porque un libro, después de ser leído, traspasa el umbral de lo meramente material.

Visitar librerías. Las ferias o exposiciones pueden convertirse en un entretenimiento que acerque la literatura a los hijos. La idea de verse rodeado de tantas posibilidades familiariza al niño con este tipo de comercio y le añade atractivo. Además, si se le da una cantidad de dinero con el objeto de elegir el título que le guste, comenzará a desarrollar criterios de compra y aprenderá a distinguir qué obra merece la pena adquirir.

Costumbre diaria. Leer todas las noches un cuento a los más pequeños se convertirá con el tiempo en un hábito de lectura diaria.

Resolver dudas. Se deben buscar juntos en el diccionario los términos que no se entiendan. Con ello se inculca la buena práctica de ampliar vocabulario.

No prohibir libros. Hay que prestar mucha atención en la edad crítica de la adolescencia, porque grandes lectores infantiles se pierden en esa etapa. En ese sentido, la libertad de elección será determinante. Nunca se deben prohibir títulos. En vez de eso, es importante explicar por qué no se va a entender lo que se lee, y cuál es el motivo para que no merezca perder el tiempo. De esta forma, se logrará despertar su espíritu crítico.

Ser socio de una biblioteca. Una costumbre fácil y asequible es acompañar desde muy pequeños a los hijos a las bibliotecas. En nuestro Estado hay 513 bibliotecas públicas, mejor o peor dotadas de bibliografía, pero cuyo acceso es muy sencillo. Posibilitan acceder a los libros sin necesidad de gastar grandes cantidades de dinero. Además, sirven para enseñar cómo escoger los títulos, e introducen a los pequeños lectores en el valor de la responsabilidad, ya que son ellos los que deben devolver el volumen prestado. La biblioteca “José Vasconcelos” ( Sebastián Camacho 59) es una buena opción y cuenta con préstamo a domicilio.

Adaptarse a los gustos. Todo es susceptible de convertirse en la excusa que acerque a la lectura: un tema de actualidad, efemérides de personas o hechos que les llamen la atención o una película que les haya entusiasmado son ocasiones inmejorables para suscitar la pasión por los libros.

Compartir la lectura. Cuando los niños crecen, se les puede ofrecer libros que estén leyendo los padres. Por ejemplo, siempre merece la pena releer a Pío Baroja en y sus aventuras de Zalacain, y después pasar un rato divertido comentando sus peripecias. La lectura será un atractivo tema de conversación entre padres e hijos.

A cada edad, su libro

La oferta de literatura infantil y juvenil es muy variada. Mantenerse al día es difícil y, en ocasiones, son los propios niños los que demandan títulos o colecciones concretas que se ponen de moda.

En los dos primeros años de vida los libros serán un elemento más para descubrir, morder y tocar. Existen en el mercado ejemplares de tela y plástico, sonoros y sensoriales.

Entre los 2 y los 4 años, el libro comienza a ser diferenciado como tal. Triunfan los que enseñan de una manera distinta los elementos que están aprendiendo: la diferencia entre el frío y el calor, arriba y abajo, dentro y fuera... También son recomendables los que explican realidades grandilocuentes como el Sol, la Luna y los planetas.

Desde los 4 a los 7 años, el niño comienza a desarrollar su identidad individual. En esta etapa es fundamental la imaginación, pero con historias narradas dentro de la lógica a la que habrá que sumar un final feliz. Además, comienzan a familiarizarse con los valores.

Entre los 7 y los 9. La edad de los porqués comienza a los siete años y dura, al menos, hasta los nueve. En esa etapa todo es blanco o negro: los buenos son muy buenos, los malos muy malos, y todo desprende grandes dosis de imaginación.

Entre los 9 y los 12 años es el momento de las aventuras, de la ciencia ficción, del amor sin melodrama. Así comienzan a introducirse en las novelas de misterio y aventuras con protagonistas chistosos, populares y valientes con los que se comparten la edad. También es un buen momento de enfrentarse a fantasmas y brujas, ya que es una fórmula para superar miedos. Harry Potter, de la también escritora Joanne K. Rowling. Julio Verne (La vuelta al mundo en 80 días, 20.000 leguas de Viajes Submarino), Tolkien (El Hobbit, El señor de los anillos), Mark Twain (Las aventuras de Tom Sawyer), Quino (Mafalda), Richmall Crompton (Guillermo el Travieso) y L. M. Alcott (Mujercitas) son algunos ejemplos de la vasta literatura escrita para estas edades. Pero sobre todo, es la época de ver los chicos y las chicas sumergidos entre las páginas de Enid Blyton y sus intemporales Los Cinco, Los Siete Secretos o Las mellizas; igual que toda la saga de las Pesadillas de R.L. Stine, El Club del Misterio de Fiona Kelly o Alfred Hitchcock y los Tres investigadores de R. Arthur.

Por último, se llega a la etapa más difícil y determinante: la que abarca hasta la mayoría de edad. Se debe mantener el atractivo por la lectura, potenciar su entrega dependiendo del carácter de cada persona, pero los padres poco podrán hacer a partir de ahora en la elección de los libros. Se abandona la literatura propiamente infantil y pre-juvenil, y se enfrentan a la literatura en todos sus géneros. De todas formas, habrá una inclinación por parte del adolescente y el joven hacia un tipo de historias, y tal vez un desconocimiento de dónde encontrar lo que buscan, por lo que siempre serán bien recibidos los consejos.

Clásicos y autores consagrados

Escritores consagrados han tenido siempre una inclinación por añadir a su obra libros dirigidos a niños y jóvenes. No en vano, obras maestras de la Literatura Universal se corresponden al género infantil y juvenil. Es el ejemplo de La Isla del Tesoro (Stevenson), Tom Sawyer (Mark Twain), La historia interminable (Michael Ende), El Señor de los Anillos (Tolkien), Don Camilo (Guareschi), El Principito (Antoine de Saint-Exupéry), Adiós cordera (Leopoldo Alas Clarín), Las aventuras de Zalacain el Aventurero (Pio Baroja), Corazón (E. de Amicis), La abeja Maya (Bonsels), Peter Pan (Barrie), Emilio y los detectives (Kaestner) o La llamada de la selva (Jack London). Entre todos ellos conforman una sopa de letras de lo más apetecible.

3 comentarios:

  1. muy buen articulo
    se maneja bien la informacion
    y se engloba muy bien

    ResponderEliminar
  2. Hola Norma
    Me ha gustado mucho tu blog, y lo voy a recomendar a algunas personas.
    Te agradezco tus consejos y tu ayuda.
    Un abrazo

    ResponderEliminar